jueves, 5 de junio de 2014

Mariano Fortuny: reportero de guerra

Actualmente, cuando se produce un conflicto armado, estamos acostumbrados a que las barbaridades que se dan en estas contiendas lleguen hasta nosotros con gran inmediatez gracias a las cámaras y a la valentía o temeridad (según se mire) de los reporteros de guerra, pero no siempre hubo estos medios. Antes de que la televisión incrementase exponencialmente la instantaneidad, autores como Jacques Callot (Nancy, 1592-1635, Nancy) o Francisco de Goya en España, habían dejado constancia de los desastres de la guerra dibujando varios episodios de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) el primero y la Guerra de Independencia (1808-12) el segundo. Hoy hablaremos de los inicios poco conocidos de Mariano Fortuny y su vinculación decisiva con Marruecos y el mundo árabe.

Autorretrato, Mariano Fortuny (c. 1858), 62,5 x 49,5cm. Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona

Nos situamos en los últimos meses de 1859. El General O´Donnell le declara la guerra al Sultanato de Marruecos (lo que se conocerá como la Guerra de África o Iª Guerra de Marruecos) a raíz de las continuas agresiones que los rifeños estaban realizando en Ceuta, bajo el auspicio de su monarca, Mohammed IV, que se negó a dar un castigo ejemplar ante dicho acoso. 

Para entonces, el joven Fortuny se encontraba en Roma disfrutando de la beca de pintura que le había concedido la Diputación de Barcelona por su obra El conde Ramón Berenguer III clavando la bandera en la torre del castillo de Foix en Provenza, donde había representado un episodio importante de la historia de Cataluña, en concordancia con las manifestaciones regionalistas catalanas surgidas desde el Romanticismo.

Muy influido por sus profesores en la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona (también llamada Escuela de la Lonja), donde destacaban el seguidor de la Escuela Nazarena (vinculada al Romanticismo alemán) Claudio Lorenzale y el teórico Pablo Milà, Fortuny parecía destinado a seguir la corriente temática predominante de la pintura española del siglo XIX, la pintura histórica.

Statue of Dionysus, Mariano Fortuny (1858), 72,4 x 82,5. Philadelphia Museum of Art

Lo que está fuera de toda duda es que la Guerra de África le cambió la vida. Fortuny como alumno destacadísimo por su precocidad tanto en Barccelona como en Roma, fue elegido de nuevo por la Diputación de Barcelona para que viviera el acontecimiento bélico en directo de cara a realizar una serie de obras encomiásticas sobre la participación de los voluntarios catalanes en el conflicto (donde al igual que en el País Vasco, se vivió de una manera particularmente apasionada).

11 de marzo. Primera carga a la bayoneta, Mariano Fortuny (1860), 10 x 14,3cm. Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona

Segunda entrevista, Mariano Fortuny (1860), 24 x 33cm. Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona

Cuando Fortuny quiso llegar desde Roma al lugar del conflicto, a principios de marzo de 1860, ya se había producido la batalla de los Castillejos (el 1 de enero, donde destacó mucho el General Prim) y la batalla de Tetuán (31 de enero), presenciando el artista de Reus únicamente la batalla de Wad-Ras (23 de marzo), que fue la última que se dio en esta breve pero cruenta guerra, porque poco tiempo después llegó el armisticio y el Tratado de Wad-Ras (26 de abril), que se firmó en Tetuán y dio por concluida la guerra.

oluntario catalán en la Guerra de África, Mariano Fortuny (1860), 25,3 x 17,7cm. Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona

Yegua del General Prim, Mariano Fortuny, 17,8 x 25,4cm. Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona

No obstante, y aunque su cometido era tomar apuntes en directo de los hechos más destacados de la guerra, a Fortuny, que para nada estaba interesado ni en el conflicto, ni en el mundo militar, quedó al contrario atrapado por el modo pintoresco de vestir y de vivir de los marroquíes y de los judíos que vivían en la zona, por lo que sin dejar el encargo completamente de lado, se centró mucho más en estudiar las costumbres de las personas que allí vivían, dibujando casi todo lo que se le pasaba por la mirada. Ahí es donde está el origen de su pintura de marcado carácter orientalista y el rechazo implícito hacia el tipo de pintura que se estaba imponiendo en esos momentos en Barcelona  y en Roma.

Vista de Tetuán, Mariano Fortuny (1860), 14,2 x 10cm. Biblioteca Nacional de España, Madrid

Calle de los perfumistas de Tetuán, Mariano Fortuny (1860), 21,5 x 29,8cm. Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona

Por las fuentes sabemos que el encargo de la Diputación de Barcelona estuvo en un principio compuesto por seis cuadros de guerra, pero pasado un tiempo, dicha tarea se fue reduciendo hasta que el encargo se quedó en la realización de un gran cuadro de historia que reflejase la gran victoria de O´Donnell y sus soldados en Tetuán.

Para ello, Fortuny tras volver de África y pasar brevemente y por primera vez por el Real Museo de Madrid (actual Museo Nacional del Prado), viajó a París para tomar contacto con las grandes composiciones de batalla que se estaban haciendo allí en aquellos momentos, entre las que destacaba la obra de Horace Vernet (Paris, 1789-1863, Paris) La conquista de Smalah (1844), que trataba uno de los episodios más importantes de conquista francesa de Argelia.

Prise de la Smalah d'Abd-El-Kader à Tanguin, 16 mai 1843, Horace Vernet (1844), 489 x 2139cm. Musée National du Château de Versailles

Paradójicamente, cuando Fortuny volvió a Roma, envió varios de los dibujos que había hecho en el frente y una odalisca que en la Diputación supieron apreciar, aunque no acababan de entender muy bien a qué venía esa obra, que no tenía nada que ver con el cometido que se le había encargado.

La odalisca, Mariano Fortuny (1861), 56,9 x 81cm. Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona

El encargo de la batalla de Tetuán sería finalmente una losa demasiado pesada para Fortuny, no porque fuese un autor especialmente díscolo y caprichoso, sino porque lo que se le pedía estaba muy poco en consonancia con lo que verdaderamente estaba buscando para su pintura.

Evidentemente, no se rindió a la primera, volviendo a pedir permiso y dinero a la Diputación para poder hacer un segundo viaje de estudios al Norte de África, lo cual se le concedió merced a la buena estima que se le seguía teniendo y a las expectativas que había puestas en él. De este modo, realizó obras como La batalla de Wad-Ras (1862-63), actualmente conservada en el Museo del Prado o La carrera de la pólvora (1863, colección particular), que están muy lejos del espíritu heroico que se buscaba desde la Diputación.

La batalla de Tetuán, Mariano Fortuny (1863-65), 300 x 972cm. Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona

La batalla de Tetuán (detalle de O´Donnell y Prim), Mariano Fortuny (1863-65), 300 x 972cm. Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona

Pese a los innumerables estudios y bocetos y los sinsabores que le produjo la obra a Fortuny, el trabajo quedó finalmente sin concluir. El artista acabó decidiendo en 1870, que lo mejor era devolver el dinero a la Diputación y no entregar el cuadro, que permanecería en el estudio romano del artista hasta después de su fallecimiento en 1874. De este modo, la obra fue comprada por la propia Diputación en 1875, trasladándose en 2004 al Museo Nacional de Arte de Cataluña.


BIBLIOGRAFÍA:

  • GÓMEZ-MORENO, M.E.: Summa Artis: Pintura y escultura española del siglo XIX, vol. XXXV*, Espasa-Calpe, Madrid, 1994.
  • LAFUENTE FERRARI, E.: Breve Historia de la Pintura Española, vol. II, Akal, Madrid, 1987. 
  • MASERAS, A. y FAGES DE CLIMENT, C.: Fortuny: la mitad de una vida, Espasa-Calpe, Madrid, 1932.


WEBGRAFÍA:

4 comentarios:

  1. Muy interesante y muy bien documentado como siempre.

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  2. Muchas gracias por tus palabras, Alberto. Me alegro mucho de que te haya gustado.

    Es un asunto muy curioso, saber por qué Fortuny se interesó por lo Oriental, cuando era un chico de Reus que estaba trabajando en Roma como becado. Es un giro trascendental para la pintura española de finales del siglo XIX.

    Que tengas un buen día. Un saludo.

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  3. Una guerra marca a los que la viven. Y una persona con talento y con sensibilidad como Fortuny no podía quedar al margen.
    Un saludo.

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  4. Estoy contigo, Cayetano. Vivir la guerra de cerca tiene que hacer que cambie drásticamente tu visión sobre la vida.

    Por suerte, Fortuny supo abstraerse y quedarse con lo mejor de Marruecos, ya que él aborrecía sobremanera el encargo de guerra que le había solicitado la Diputación de Barcelona.

    Que pases un buen día. Un saludo.

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