miércoles, 16 de abril de 2014

El Padrino de Sorolla

Antonio García en la playa, Joaquín Sorolla (1909), 150 x 150cm. Museo Sorolla, Madrid

Como se suele decir, detrás de todo gran hombre hay una gran mujer. En el caso de Sorolla, además de una gran mujer, hubo un gran suegro, siendo al mismo tiempo protector, amigo y consejero del pintor desde que este era un adolescente que estudiaba en la Escuela de Bellas Artes de Valencia. Hoy repasaremos la enorme influencia que tuvo Antonio García Peris en el pintor español más celebrado internacionalmente antes de Picasso.

Antonio García Peris (Valencia, 1841-1918, Valencia), hijo de sastre y fotógrafo de profesión, fue en su juventud estudiante de Bellas Artes en la Academia de San Carlos de Valencia (fundada por Carlos III en 1768 siguiendo el modelo de la Academia de Bellas Artes de San Fernando), donde coincidió con la primera plana de la excelente generación de pintores valencianos que precedieron a Sorolla, como por Francisco Domingo Marqués, Antonio Muñoz Degraín, Emilio Sala o Antonio Cortina Farinós. En esta escuela había quedado muy impresionada la huella de Mariano Fortuny, influencia que llegará hasta la obra de juventud de Sorolla.

Pareja a caballo, Antonio García Peris (c. 1862)

No se conoce apenas su obra como pintor, puesto que al especializarse en pintura de perspectivas, pronto encontró trabajo como escenógrafo en el Teatro Principal de Valencia por recomendación de Luis Téllez, un profesor de la Academia de Bellas Artes. Una vez en el teatro, conoció a Baldomero Almejún, que era retratista y tenía conocimientos de fotografía. Él fue quien le introdujo en este nuevo mundo.

Hacia 1862, Antonio García probó su nuevo camino embarcándose en la aventura de abrir un taller fotográfico con Hipólito Cebrián, que era el socio que tenía acceso a la distribución del material de trabajo. No fue nuestro autor uno de tantos jóvenes que se introdujeron en la fotografía para sacar un dinero fácil con las fotografías de tarjetas de presentación, que era lo que estaba de moda en aquel momento, sino que buscó su propio sello distintivo, como hacer fotografías a quien desease montado a caballo o sentado en un carruaje sin la capota puesta.

Personaje desconocido, Antonio García Peris (c. 1880)

No tardó mucho Antonio García en hacerse un hueco como retratista entre la burguesía valenciana, al mismo tiempo que se independizaba de Cebrián abriendo su propio taller en lo que hoy es la plaza del Ayuntamiento. Por si fuera poco, nunca se detuvo en su conocimiento de los avances tecnológicos que estaban cambiando la manera en que se percibía la realidad. Así, entre las innovaciones que Antonio García importó del extranjero fue la posibilidad de hacer fotografías de gran formato, lo cual le proporcionó suculentos contratos con empresarios valencianos para que le pusiera imagen a la publicidad que deseaban hacer, así como instancias oficiales, que le encargaron que cubriera la visita de los reyes Alfonso XII y Mª Cristina de Austria a Valencia en 1877 y de la segunda, ya como reina regente, en 1888.

Valencia nevada, Antonio García Peris (1885)

No se quedó atrás tampoco en lo que se refiere a premios oficiales, puesto que en 1867 ya había obtenido una medalla de cobre en la Exposición Regional (la máxima a la que podía aspirar a un fotógrafo entonces), así como dos medallas de oro en las ferias de 1873 y 1979. Recibiría en 1905 un reconocimiento general del mundo de la fotografía en España, siendo uno de los grandes defensores de la emancipación de este nuevo arte plástico, pero nunca llegando a los límites de la fotografía pictorialista que se venía dando en Londres a principios del siglo XX. En sus últimos años de vida, tras cincuenta años fotografiándolo todo, era considerado por la profesión como un clásico en vida.

Joaquín Sorolla siendo estudiante de la Escuela de Bellas Artes de Valencia, Antonio García Peris (c. 1878)

Como la situación económica de Antonio García estaba ya bastante saneada a finales de la década de 1870, pudo hacer algo que no debe tenerse como algo habitual fuera de las clases sociales con más recursos, que fue servir como mecenas de un joven prometedor llamado Joaquín Sorolla y Bastida, que había sido ayudante de cerrajero en el taller de su tío materno hasta que ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos (cabe recordar que Sorolla quedó huérfano de ambos padres a los dos años por una epidemia de cólera que hubo en Valencia en 1865).

Dicha pensión, fue otorgada por el fotógrafo a cambio de que el joven pintor le ayudase coloreando alguna de sus fotografías, así como le ofreció un espacio en su taller para que pudiera pintar, lo que aprovechó el joven Sorolla para hacer un gran número de obras pequeñas que se vendían muy bien y a bajo coste en los mercadillos de Valencia.

No hay un gran conocimiento del trabajo que Sorolla realizó con Antonio García en relación a las obras que produjo, pero es evidente que el hecho de colorear imágenes encuadradas por un fotógrafo tuvo una repercusión muy notable en la obra de Sorolla, sobre todo pensando en los encuadres tan complejos que hará en espacios abiertos como sus cuadros de playa, captando instantáneas en lienzo de las personas que iban allí a bañarse y a disfrutar del día.

Clotilde García del Castillo, Antonio García Peris (1886)

Por si fuera poco, su hija, Clotilde García del Castillo, se convirtió con el paso de los años en la esposa que arropó a Sorolla toda su vida, recibiendo el apoyo económico de su padre hasta que se casaron en 1888, momento en que Sorolla se hizo cargo de su propia situación económica, aunque nunca dejó de recibir el apoyo personal del que ahora sería su suegro, que tanto le había enseñado.

En ese sentido, es curioso cómo alguna de las fotografías familiares que con el tiempo hizo Antonio García, sirvieron a Sorolla como base para la composición de alguno de sus cuadros familiares, como el ejemplo que vamos a presentar.

Joaquín Sorolla y su familia, Antonio García Peris (1901)


La familia, Joaquín Sorolla (1901), 185 x 159cm. Ayuntamiento de Valencia

Por tanto, y sin cuestionar en ningún momento el talento prodigioso de Sorolla, cabe decir que sin la ayuda de Antonio García Peris, muy probablemente nunca hubiera llegado a ser el pintor español más internacional en el cambio de siglo XIX al XX, al igual que Velázquez hubiera sido menos Velázquez sin un Pacheco que hubiera encaminado sus primeros pasos profesionales.

5 comentarios:

  1. O se trata de un "deja- vu" o es que realmente esta entrada tuya ya la leí y comenté cuando la etapa de "Anónimo Castellano".
    Un gran suegro para un gran pintor.
    Un saludo.

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    1. Sí, Cayetano. En su momento ya leíste esta entrada. Recuerdo que me comentaste que no hay nada mejor que saber casarse.

      Como bien dices, no hay que perder de vista a los suegros y a la familia cercana de los artistas, porque sin ellos habría que ver dónde hubieran llegado.

      Gracias por tu comentario. Un saludo.

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  2. Me parece una estupenda idea la de recuperar entradas antiguas que dejaste en su día en una página de la que ya no formas parte. Son tuyas y es conveniente que todos las conozcan. Así que te animo a que las vayas dando a conocer a gente que no tuvo la oportunidad de leerlas en su día.
    Un saludo.

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    1. Muchas gracias, Cayetano. Lo llevaba pensando un tiempo, pero hasta que el otro día me animaron a sacar las del Museo del Prado durante la Guerra Civil, no me acabé de animar.

      Eso sí, cuando tenga tiempo iré introduciendo algunas entradas nuevas, que hubo cosas que me quedé con ganas de escribir en Anónimo Castellano.

      Un saludo.

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  3. Diversas circunstancias pusieron en mis manos una cámara fotográfica de Antonio García Peris.....esta página ha puesto el lado humano a la máquina
    ¡Muchas gracias!
    Enrique

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